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por Jorge Basave
Wednesday, September 11, 2019
En la actualidad da la impresión de que el factor económico determina el estado de ánimo de las personas, que estén contentas o insatisfechas. Pero la realidad es que esta ha sido la historia de la humanidad desde la caída del hombre, cuando decidió hacer su voluntad en vez de la Voluntad del Señor. Pero no significa que esa sea la manera en que debamos vivir. El Señor Jesús nos mostró el camino y nos lleva por ese camino de cambios de pensamiento, de conducta y de actitudes para aprender a vivir como en el principio, en la plenitud que solo el Señor da porque escrito está: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». A nuestra alma no le es muy fácil estar contenta, mejor dicho, tener contentamiento. Porque cuando carecemos del conocimiento de Su palabra y de quiénes somos en Su hijo, nos regimos por lo que vemos, oímos y tenemos, y muy pocas veces nos preguntamos: «¿Qué provecho recibimos de todo nuestro trabajo?». Porque el final de la vida de todos es tal cual como está escrito: «Llegamos al final de nuestra vida tal como estábamos el día que nacimos: desnudos y con las manos vacías. No podemos llevarnos las riquezas al morir».
Entonces, ¿para qué tanto afán si al final no nos llevamos nada? ¿Qué o quién o quiénes nos tendieron una trampa para no vivir contentos? La respuesta se encuentra en la Escritura y dice: «Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad! Cuanto más tengas, más se te acercará la gente para ayudarte a gastarlo. Por lo tanto, ¿de qué sirven las riquezas? ¡Quizás solo para ver cómo se escapan de las manos!». ¡Cuanta sabiduría hay en la Escritura, que nos da dirección y nos hace reflexionar en la manera en que estamos viviendo al darle lugar en nuestro corazón al recurso económico! Porque el amor al dinero nos conduce a la avaricia y a muchos otros males, y nos perdemos la oportunidad que Cristo nos brindó de aprender a vivir en contentamiento al saber que lo básico no nos faltará porque podemos pedirle al Padre confiadamente diciéndole: «Danos hoy el pan nuestro de cada día». Cuando sabemos que el Padre nos oye es porque somos sus hijos, por el hecho de haberle recibido y creído en Jesús. Él nos ayudará a moldear nuestro carácter al saber que «Nunca nos dejará ni nos desamparará», porque hemos aprendido a vivir contentos con lo que tenemos hoy y no a vivir conforme a la vanidad de la vida con enojo, frustración y desánimo sirviendo a las riquezas para ver ¡cómo se escapan de las manos!
La respuesta para vivir contentos con lo que tenemos es saber a quién hemos creído, aprender a disfrutar del trabajo que hacemos en el lapso corto de nuestra vida que el Señor Todopoderoso nos ha concedido, sabiendo que sus planes son de bien y no de mal para darnos un mejor futuro. También es importante recibir de parte Suya las bendiciones y la salud para disfrutarlas, saber disfrutar de nuestro trabajo y aceptar lo que depara la vida, porque al formar el carácter en nosotros, Dios mismo nos mantiene tan ocupados en disfrutar de la vida que no pasamos tiempo rumiando el pasado. Porque así como Él nos consoló y proveyó, nos volvemos hacia otras personas la extensión de Dios.