Elige lo mejor
| por Iglesia Lakewood
Thursday, March 9, 2023
Muchas veces vemos a otros y los admiramos, bien sea por su belleza, intelecto o por sus posesiones, incluso podemos sentir hasta un poco de envidia.
Hay cosas visibles que pueden llegar a producir ese sentimiento en nosotros. La Biblia misma menciona algunas cosas que son dignas de envidia, pero no por lo que vemos sino por el efecto que producen. Es decir, por la magnitud de la alegría que traen consigo. Entre ellas, Jesús nos habló de la generosidad, nos dijo que es «más digno de envidia» el dar, que el recibir.
Esa afirmación reta nuestra manera de vivir, nuestra perspectiva y las prioridades de la vida. Si queremos tener una alegría tal que pueda producir envidia, hemos de dar generosamente. Esa alegría tiene una fuente que no se centra en nuestro bienestar sino en el de alguien más. Cuando tenemos un alma generosa tenemos una alegría sobreabundante, pero además hay una promesa que se encuentra en Proverbios 11:25 dónde se nos dice que:
« El alma generosa será prosperada...»
Para Dios no es suficiente que al dar tengamos una gran alegría, quiere además darnos recompensa. En este proverbio se apunta a la generosidad como fuente de prosperidad. No podemos pensar en que esperaremos a ser prosperados para ser generosos, es al revés, seremos prosperados cuando seamos generosos. Tal vez sientas que no tienes mucho para dar, pero si miras tus posesiones con la mirada correcta te darás cuenta de que tal vez tienes tiempo, la oportunidad de enviar un mensaje de ánimo o de dar un abrazo.
Te animamos a buscar experimentar una alegría tamaño Dios, a buscar oportunidades para ser generoso. Sabemos que a medida que tu generosidad aumente también prosperará tu alma. Te animamos a dar y a que te conviertas en una persona ¡digna de envidia!
El alma generosa será prosperada, y el que sacie a otros, también él será saciado. Prov 11:25
Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir”». Hechos 20:3